En la parrilla ya no quedaba nadie; el mozo barría, el parrillero chamuyaba con la piba de la caja y nuestra mesa repleta de botellas vacías.
Eso nos permitía hablar y reir fuerte; y la afirmación del Cacique desató una explosión de gritos, quejas y carcajadas.
- 'Yo me enamoré de mi señora el día que la conocí', dijo Guido, mientras Vito murmuraba que nunca se había enamorado. Nunca.
El Negro, que tenía en su manaza un vaso de vino como si de eso dependiera su sueldo, contó su historia. Él, que tuvo la novia más aburrida del mundo, un día se encontró enamorado, meses después de conocerla. No sabía bien qué había pasado, cómo llego ahí. Simplemente un día estaba enamorado, a diferencia del día anterior.
Mariano dice que no; que ya no te enamorás más. Que eso pasa a los 15, a los 20, y después no pasa nunca más. Andrés, siempre tan tanguero, pedía 'escuchar a éste', mientras se apuntaba el pecho. Quería hacer referencia al corazón aunque ya no podía coordinar bien sus manos.

Y se quedaron mirándome. Esperando mi opinión del caso.
- No muchachos... de esto yo no se nada.