11 mar 2008

El bar estaba como siempre

- ¿Vos hablaste con ella, no? ¿Te contó las cosas que me dijo?

No le había dado ni tiempo a sentarse, así que me respondió todavía de pie.
- Si, algo me contó de lo que hablaron... algo.
- ¿Te contó que me dijo, palabras más palabras menos, 'Si, estoy enamorada de vos... pero no lo voy a hacer'? ¿Te contó eso? ¿Te contó que le di un beso, me dijo 'no', y después me pide uno?
- Negro... ¿Porqué le das vueltas al asunto? Ya se fue...

La miré con furia, creo. Claro que no era contra ella la furia, sino más bien con la situación, con la huida. Al fín de cuentas, ella estaba sentada conmigo sólo para escucharme, para acompañarme.

- ¿Te contó o no?

Me devolvió con pena; 'Me dijo que te admitió que no lo iba a hacer... pero no me dijo 'enamorada'. Sí que 'le pasaban cosas'. Y si, me contó del beso también'.

Como en las películas, la gaseosa de ella y mi trago llegaron en el momento justo: cuando el silencio se volvía incómodo.

- ¿Sabés lo que no me banco? El 'quiero pero no puedo' En la vida hay que jugarse, arriesgar. Sino, dónde está la gracia? Si no hay esfuerzo, no tiene sentido. Si el amor no duele, si no hay cosas en juego... no se, ya me pongo tan boludo como siempre.
- Negro: escuchame bien. Se fue. No te vuelvas loco, se fue y listo.
- Si, ya se, ya se...

El bar estaba como siempre: oscuro y ruidoso. Con la vista recorrí la barra, pero no miré nada.

- Tenés razón, se fué.
- Oime, me tengo que ir. Pero no te quedes acá solo, es al pedo.
- Ahora en un rato viene alguno de los chicos.
- Bueno, pero no seas cabezón. No te quedes esperando que no vuelva, así tenés motivos para estar triste.
- Dale, cuidate. Yo en un rato me voy.

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